lunes, 9 de noviembre de 2009

Progresismo trucho y Decisión

Todas las demandas de una sociedad llevan tiempo en ser satisfechas, así como cualquier política de largo plazo. Sin embargo hoy, en la Argentina del siglo XXI hay cosas que no pueden esperar: el hambre y el analfabetismo, traducido en deserción escolar.
A pesar de un crecimiento sostenido durante 6 años a tasas chinas, con records de recaudación fiscal, y baja sustancial del desempleo, nos agobian los mismos problemas de siempre, principalmente la desigualdad.
Durante el 2008, a raíz de dos crisis, una interna y otra externa, el gobierno comienza a perder capacidad de maniobra advirtiendo menos caudal en su caja.
La falta de fuentes de financiamiento hacen que el gobierno improvise una apresurada estatización de las AFJP obteniendo así $1300 millones anuales en forma adicional. Si bien el negocio de las AFJP no estaba regulado, ni había un control sobre las comisiones, ni tampoco una resolución clara en cuanto a quiebras refiere (tareas que debió fiscalizar el estado), también es de público conocimiento que las mismas estaban obligadas a comprar bonos de la deuda pública superando el porcentaje del total de fondos invertidos. Es decir, la ley provisional establece que de un total de fondos invertidos por las AFJP solo el 50% pueda estar colcado en títulos públicos, mientras que solo en 2004 éstos fondos rondeaban el 62%.
Ahora bien, nos metemos en un tema que el gobierno suele hacer demagogia: la obra pública.
Un Gobierno declarado neoKeynesiano hace anuncios por doquier de obra pública (en general con sobreprecios) que no siempre llega a concretarse. Si bien es cierto que si nos remitimos a los manuales Keynesianos la obra pública y una eventual expansión estatal en las áreas estratégicas de la economía impulsarían la producción, el pleno empleo, aumento del consumo y puja salarial.Pero Keynes era cíclico. En tiempos de bonanza, recomendaba al estado equilibrar su cuentas fiscales racionalizando el gasto público, mientras que en tiempos de crisis, planteaba un Estado garante de la economía a través de la inversión en obras públicas y en áreas estratégicas de la economía, aún si esto significara un déficit en las arcas públicas.Durante estos seis años se puede decir que el gobierno cumplió a rajatabla con la ortodoxia y la lógica Keynesiana: crecimiento-superavit fiscal-ahorro. Sin embargo ahora en tiempos de crisis, aún no asumida por CFK, no se ha elaborado ningún plan de obras sostenido, ni siquiera créditos a la producción, resultado: créditos blandos al consumo rápidamente improvisados, que en algunos casos hasta estimulaban la importación. Otra medida ¨Nacional y popular¨ es la subvención de multinacionales quebradas (Ej: General Motors) en detreimieno de Pymes que están a punto de colapsar. ¿que hay de Keynesianismo? nada. ¿Y de Progresismo? nada, solo una acertada política de Derechos Humanos (haciendo mal uso de la misma en pos de proselitismo), y una insuficiente reforma judicial traducida en la reforma de la Crote Suprema.
Pero es cierto, para continuar o estimular la obra pública, es necesario obtener financiación, éste gobierno sustentó su base de financiación mediante retenciones y la emisión de bonos. Sin embargo como hemos visto a lo largo del año pasado, las retenciones solo sirvieron para un momento particular de la historia de nuestro país, mientras que en este momento las retenciones solo sirven para cargar al productor (recordemos que no se distingue entre pequeños, medianos y grandes) y dejar que las exportadoras se lleven las ganancias. Es decir, el dinero que se extrae a la renta sojera no vuelve a ser reinvertido en el sector, ya sea para fomentar otros cultivos o para dar créditos blandos, sino que es concentrado y distribuido entre la especulación de las grandes exportadoras y el gobierno. Ni que hablar de la emisión de bonos... Nestor Kirchner acusa que éste fue el gobierno que tuvo la mejor política de desendeudamieno, sin embargo estamos más endeudados que antes. Mientras que en 2001 la deuda externa rondaba los 144.000 millones de dolares, hoy contando el canje de Lavagna y pago adelantado al FMI, la deuda asciende a 170.000 millones.
Si éste fuese un gobierno progresista, en lugar de pagar por adelantado al FMI podría haber usado ese capital en sanear las asímetrías latentes en la sociedad Argentina, básicamente terminar con el crimen del hambre.
Algo a tener en cuenta... ¿y todo el capital ahorrado durante estos seis años? ¿se va a usar para algo? ¿existe?
El el cobro del impuesto a las ganancias como base una reforma tributaria pendiente, puede ser en ciertos casos un método de financiación, principalmente sobre la renta financiera (aún no gravada), así como también sobre la minera y petrolera. La gran paradoja de esta situación es que se está cobrando a quién produce (en el caso de las retenciones) y no al que especula, y por sobre todo a quien genera trabajo, y no a quien gana en una jornada miles de dolares sin generar trabajo. El estado mismo no genera ingresos a través de impuestos legítimos y progresivos, como es ganancias, base de toda sociedad que pretende ser más justa.
Por lo tanto, podemos arribar a dos conclusiones para afrontar la crisis:
1-Hay: Capital para financiar obra y asistencia social
2-Falta: decisión política.
Decisión para que un gobierno corrupto y carente de ideas pueda hacer un cambio de raíz y volverse más transparente y poder transformar la realidad de los sectores más empobrecidos. Como desde la CTA se dice: el hambre es el peor de lo crímenes, porque entre otras cosas, es evitable, y rápidamente solucionable. Solo hace falta una decisión política que pretenda erradicar el hambre y el analfabetismo para siempre de la Argentina.

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